Las nuevas llegadas de cientos de personas desde Turquía a las fronteras de Grecia y Bulgaria, y la forma en que están siendo rechazadas, es un nuevo motivo de vergüenza para la Unión Europea.
sta situación es fruto, no solo de la falta de asunción de responsabilidades por parte del conjunto de los Estados miembros, sino de una tolerancia incomprensible hacia el incumplimiento de obligaciones internacionales y la violación de derechos humanos fundamentales.